“Cuando me vinculé al grupo armado me cambió mucho la vida, se me volvió negra. En cambio cuando regresé a la libertad, aprendí a recuperar mis colores, a ponerle mis colores a la vida”.

Asegura Francisco, rescatado de un grupo armado ilegal.

“La vida, allá en los grupos armados, es muy dura porque a uno le toca levantarse a las cuatro, a las cinco o a la una de la mañana para hacer emboscadas al Ejército. Uno no puede descansar tranquilo, no puede ni siquiera comer tranquilo, hay que salir a caminar mucho, cocinar, cortar leña, cargar agua porque a veces nos queda muy lejos, ese es un día allá.” Relata Francisco.

Esta es la realidad que tuvo que vivir Francisco durante los 2 años que estuvo vinculado a un grupo armado ilegal. Desde los 14 años de edad salió de su hogar porque fue reclutado por el comandante de uno de dichos grupos.

En el tiempo que estuvo en las filas, no solo perdió la posibilidad de ejercer derechos como a la educación, a tener una familia, a la salud, a jugar, a recibir buen trato, sino que también, se vio obligado a hacerle daño a gente que no conocía, y eso, según Francisco, le marcó la vida.

Aun siendo menor de edad, fue rescatado de los grupos armados ilegales, y luego de haber vivido, lo que él denomina, un largo y duro proceso de restablecimiento de derechos en el Programa de atención especializada del ICBF, ahora lucha para sacar adelante a su familia, que está compuesta por su pareja y su hijo, quiere hacer una carrera profesional y lograr una vida que en algún momento sintió perdida.

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