“Hay que enseñar a los niños que todos los menores de edad tienen derechos pero
al mismo tiempo responsabilidades con los demás y de esa manera no podemos
hacer un ejercicio de poder maltratando o pasando por encima del otro”.

Ángela Rosales, directora de Aldeas Infantiles, SOS.

“Luego de eso me quería morir, a mis 14 años me invadió la tristeza, tuve depresión y me engorde bastante…me sentía morir”. Este es el testimonio de María del Rosario Gómez, quien cariñosamente es conocida como Marre, una joven que hoy, a sus 22 años, recuerda cómo en su adolescencia fue víctima de intimidación escolar por parte de un adolescente, quien a través de internet, profirió hacia ella ofensas, burlas y sobrenombres, situación que la afectó y marcó, pero que al mismo tiempo le dio fuerzas para continuar y convertirse en una mujer talentosa.

Para Marre, aquel joven y sus amigos no eran conscientes de lo que podrían ocasionar, “Para ellos el ofenderme era un juego, un chiste, nunca pensaron en el daño y el dolor que podrían causarme. Gracias a Dios me refugié mucho en la música y logré salir adelante”, asegura.

La intimidación escolar también conocida como ‘Bullying’, matoneo o acoso escolar, consiste en la conducta negativa, intencional metódica y sistemática de agresión, intimidación, humillación, ridiculización, difamación, coacción, aislamiento deliberado, amenaza o incitación a la violencia o cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o por medios electrónicos contra un niño, niña o adolescente, por parte de un estudiante o varios de sus pares con quienes mantiene una relación de poder desigual.

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