Violencia intrafamiliar, una pandemia donde las paredes del hogar, no protegen, y la cifra se oculta.

  • En el año 2019, Medicina Legal examinó 10.468 casos de violencia intrafamiliar en contra de la infancia y la adolescencia. En los primeros 7 meses, pero de 2020, esta entidad registró 3.014 de estas ocurrencias, es decir, un 28.7% menos[1] respecto al mismo periodo en 2019. Entre tanto, y durante este mismo corte de tiempo, otra entidad, como la Policía de Infancia y Adolescencia reportó 7.018 casos y las cifras del ICBF, que reúnen a más de una violencia evidencia más de 10.000 hechos en contra de la niñez.
  • El estrés parental vivido durante la cuarentena, es muy posible que se esté viendo reflejado en el incremento de castigos corporales y psicológicos que se ejercen desde los cuidadores hacia los niños, niñas y adolescentes, según alerta el psiquiatra Infantil, Dr. Felipe Agudelo.
  • La cuarentena estricta, la suspensión de consultas al pediatra y el no retorno a las aulas, debido a la pandemia del COVID – 19, contribuyen a que la verdadera ocurrencia de estos hechos en contra de los niños y las niñas se quede silenciada al interior de sus hogares debido a que, en la mayoría de los casos, son los adultos ajenos a su entorno más cercano quienes denuncian ante las autoridades este tipo de agresiones: un familiar, un docente, un vecino, un médico de un centro de salud.
  • El panorama de la violencia intrafamiliar en Colombia no es alentador, y ello es corroborado por los más de 55.000 casos que se han presentado entre 2015 y 2020”, asegura María Paula Martínez, Directora Ejecutiva de Save the Children.

La violencia que se ejerce en contra de los niños, las niñas y los adolescentes dentro del hogar es un fenómeno complejo, pues viene permeada por aspectos históricos, legales, de salud, económicos y de manera muy sobresaliente por factores culturales, que siguen viendo en los actos violentos (palmadas, chancletazos, empujones) una forma de “educar” a los niños. A ello suma que el confinamiento estricto generado por la pandemia del COVID-19 contribuye a sumar estrés en los hogares lo que de seguro ha contribuido a que estas prácticas y comportamientos se hayan intensificado, más allá de que las cifras, diversas entre sí, que ofrecen las diferentes entidades del Estado, no evidencien la verdadera ocurrencia.

Lo cierto es que en Colombia, ninguna entidad conoce con certeza cuántos niños, niñas y adolescentes son víctimas de violencia intrafamiliar, y por lo tanto, es necesaria una Política Pública enfocada en la atención a la infancia que contemple la creación de un sistema de información único que permita que las denuncias que se reciben tanto en el ICBF, como en Medicina Legal, en la Policía de Infancia y Adolescencia, en las Comisarias de Familia y aquellas que llegan a los centros de salud y se registran en las historias clínicas, pertenezcan a un solo sistema que permita hacer seguimiento, atender, comprender el fenómeno y además advertir casos recurrentes, generando alertas a todo el Sistema Nacional de Bienestar Familiar: educación, salud, fiscalía, ICBF, etc.

“El problema de no tener un sistema único es que no sabemos si el niño “Pedro” que llegó a la Policía, ingresó a restablecimiento de derechos en el ICBF, pero tampoco si fue atendido por un pediatra, por un trabajador social, tampoco si sus lesiones fueron causales de examen por parte de Medicina Legal. Si a Pedro, luego de este reporte, lo lesionan de nuevo y va a un hospital “porque se rodó por las escaleras” el médico que le recibe no puede ver en el sistema que ya había ingresado a otra entidad por violencia intrafamiliar y entonces examinar con atención si esas lesiones son o no indicativas de violencia; tal vez, en la siguiente ocasión, llegue a Medicinal Legal y esta vez, no sobreviva”, explica Ximena Norato, Directora de la Agencia PANDI, respecto de la gravedad de no tener un Sistema de Seguimiento niño a niño para el país.

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