La escuela es por excelencia el lugar en el que los niños y las niñas estudian y aprenden sobre diferentes áreas del conocimiento, además, es el entorno que les permite formarse en aspectos vitales para su crecimiento como lo son los valores, la personalidad y una buena comunicación. Es allí donde exploran sus dudas y entienden cómo funciona el mundo y, por ello, en este proceso de aprendizaje se debe tener en cuenta un aspecto vital como lo es el autocuidado.
La educación de los niños y las niñas, más allá de iniciar en casa, se fortalece en la escuela, es precisamente allí donde se dan las bases que los preparan para enfrentar diversas situaciones, incluso aquellas que los ponen en riesgos.
Para ello, la comunidad educativa (directivos, docentes, familias) deben actuar de forma articulada. Allí radica la importancia en fortalecer la comunicación y las relaciones de confianza entre ellos, sólo así se garantizará coherencia entre lo que se enseña en la escuela y lo que se enseña en la casa, reforzando los dos entornos protectores principales para los niños y niñas.
Y es en la escuela en donde muchos casos se manifiesta el abuso con mayor claridad, ya sea por la presencia de señales de sospecha o por el relato de una víctima que lo denuncia. Lo ideal es que los directivos, docentes y profesionales que hacen parte del entorno escolar tengan la capacidad de identificar cuando un niño, niña o adolescente es víctima de un delito como el abuso sexual, sumado a ello, que sean conscientes de la obligación ética y legal que tienen de imponer una denuncia o alerta en este tipo de situaciones. Esto implica estar atento a algunos síntomas como:
- Parece distraído o distante en diferentes momentos.
- Presenta un cambio repentino en sus hábitos alimenticios o se rehúsa a comer.
- Pierde o aumenta radicalmente su apetito.
- Presenta cambios repentinos en su estado de ánimo: furia, miedo, inseguridad o retraimiento.
- Da “señales” que dan pie a iniciar una conversación sobre temas sexuales.
- Desarrolla un miedo inusual o nuevo en relación con ciertos lugares o personas.
- Se rehúsa a hablar acerca de un secreto compartido con un adulto o niño mayor.
- Escribe, dibuja, juega o sueña con imágenes atemorizantes o sexuales.
- Habla de un nuevo amigo mayor.
- Piensa que es repulsivo(a), sucio(a) o malo(a), o considera que su cuerpo lo es.
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